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Hace tiempo que queríamos aprovechar esta sección para escribir una entrada sobre un material al que, sin duda, se la debíamos, pues consideramos que desde algunas ONG’s no se le está sacando todo el potencial que posee a la hora de realizar trabajos de construcción y reconstrucción en algunos países con pocos recursos. Este material podría solucionar algunos problemas de disponibilidad de recursos constructivos, debido a su más que conocida buena adaptabilidad climática. Estamos hablando sin duda del bambú.

El bambú es una de las plantas más extensas del planeta ya que, según los últimos estudios conocidos, se cuentan más de 100 géneros y unas 1500 especies. Se conocen variedades autóctonas en Asia, América, África y Oceanía (en Europa, se sabe de la existencia de fósiles, pero no de ninguna especie endémica) y una de sus principales características es su gran capacidad de adaptación a climas muy diversos (tropical, mediterráneo, continental, alpino). Las cañas de bambú pueden tener diámetros y longitudes muy diversas, desde menos de un metro con diámetros de alrededor de  medio centímetro, hasta unos 25 metros de alto y 30 centímetros de diámetro.

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A nivel constructivo, que es el que nos interesa, se trata de un material flexible, ligero y resistente, y por eso es conocido popularmente entre los arquitectos y constructores como el acero vegetal. Pero no es solo por estas excelentes propiedades que es considerado como uno de los materiales más adecuados para el trabajo en cooperación, sino también porque las construcciones ejecutadas con este elemento suelen tener muy buen comportamiento contra los sismos, presentando alta resistencia y estabilidad; y de sobras son conocidas por todos las consecuencias de un terremoto en algunos países donde se construye con pocos recursos económicos.

Además de las características hasta ahora destacadas, cabe señalar también la sostenibilidad que supone el uso de este material debido a su corto ciclo de vida y regeneración. En una plantación de bambú, pasados alrededor de 2-3 años desde su cultivo, el vegetal ya es capaz presentar una resistencia más que optima para ser usada estructuralmente en una construcción. Su ciclo de vida suele estar sobre los 6 años y, pasado este periodo, la planta muere. Con esta velocidad de crecimiento y regeneración, somos capaces de minimizar los efectos de la desforestación que sufriríamos si usáramos otros materiales procedentes de plantaciones con un tiempo de regeneración más lento.

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Si queremos usar el bambú con fines estructurales, y no solo como un elemento decorativo, deberemos prestar especial atención a las uniones entre barras y a los nudos naturales que presenta el material. Los nudos naturales de las barras, habitualmente (aunque siempre dependiendo de cada especie), se encuentran cada 20-30 cm en el sentido longitudinal de esta, y se trata de un punto en el que se reduce la resistencia del elemento, pues es donde rompen las fibras naturales de la barra. A la hora de hacer las uniones entre barras, deberemos poner los nudos a lado y lado de la unión y no coincidiendo con esta.

Existen distintas uniones en el bambú estructural:

  •  Uniones sin encajes: Se atan con fibras vegetales o elementos elásticos pero resistentes. Su principal problema es que se van destensando con el tiempo. Una solución contra este problema podría ser el de cubrir el nudo con mortero después de atarlo para dotarlo de rigidez.
  •  Uniones con encajes: Es una forma de trabajar de alta dificultad y requiere de personal especializado o muy habituado a trabajar con el material y con este tipo de uniones. La complejidad de estos nudos viene dada por las diferencias de diámetros entre las distintas barras (ya que se trata de piezas de origen natural y no hay diámetros reglados).
  •  Uniones prefabricadas o mecanizadas: Estas uniones pueden funcionar muy bien estructuralmente y, si se «estandarizan», pueden llegar a ser montadas por cualquier persona, aunque no se trate de un especialista en bambú. Aun así, presentan algunos problemas que hacen que su uso sea limitado. En primer lugar, resulta difícil producir un elemento «estandard» y mecanizado en sitios donde los recursos económicos y/o logísticos suelen ser muy limitados. En segundo, hay que tener en cuenta que habrá que perforar las barras de bambú, con lo que estas quedan algo debilitadas y pueden romper longitudinalmente en la dirección de las fibras. Así pues, se recomienda no abusar de este tipo de uniones y hacerlas solo en sitios donde sea muy necesario o donde nos resuelvan un problema constructivo complejo (y donde las barras sean de un diámetro suficiente para resistir las roturas).

SIMON VELEZ – Hannover Exposition – Pavellón de Colombia

Simon Velez Hannover Exposition Pavellón Colombia

Una estrategia interesante es la de unir varias barras de bambú en «fajos» con el resultado de un aumento considerable de su resistencia. Esta técnica fue usada por el arquitecto colombiano Simon Velez en el pabellón de Colombia de la exposición de Hannover, y le permitió hacer frente a la imposibilidad de construir con bambú en Alemania por la ausencia de normativa referente a este material. El arquitecto tuvo que construir una maqueta a escala 1/1 en Colombia y someterla a una prueba de carga. La prueba de carga resultó satisfactoria y su construcción se pudo llevar a cabo en Hannover.

Aún así, siempre hay que ser escrupulosos y coherentes con la utilización de los materiales y, sobre todo, de las etiquetas de «sostenible» o «respetuoso con el planeta». En el caso de la terminal de Barajas de Rogers & Lamela, el uso del bambú es para un falso techo, no es estructural. Según los arquitectos, la principal justificación de su utilización es que se trataba de un material sostenible (debido al ciclo de crecimiento rápido comentado anteriormente); a pesar de todo, si miramos la etiqueta de procedencia de dicho material, nos daremos cuenta que este procedía en su gran mayoría de China, por tanto los costes medioambientales del transporte superaban con creces los beneficios de su utilización.

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Madrid Airport – Rogers & Lamela

Alternativas autóctonas: La Caña de río.

La caña de río o caña común es una especie de planta que suele crecer en humedales de aguas permanentes o estacionales y que se extiende a lo largo de los cursos de agua o donde se acumula agua freática o humedad. Es semejante al bambú y llega a alcanzar de 3 a 6 metros de altura. Esta caña ha sido utilizada tradicionalmente para falsos techos y para vallas y cercados. Actualmente hay varias iniciativas que están realizando investigaciones para utilizar este material de forma estructural, considerándolo como nuestro bambú autóctono. Os recomendamos que, si os interesa el tema, echéis un vistazo a los siguientes enlaces:

www.canyaviva.com – Jonathan Cory-Wright

http://canyaviva.blogspot.com.es/

www.entrecanyas.blogspot.com.es – Investigació Canyera

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Un comentario sobre “Construcciones con caña y bambú

  1. En primer lugar me gustaría felicitarle por poner en valor este tipo de construcción a través de su blog. Sin embargo, también me gustaría plantear lo siguiente:
    – Si tan bueno es el material, no debería comenzar el artículo insinuando que tiene un gran potencial en “países con pocos recursos”. La construcción con bambú es tan digna como la construcción con hormigón y es una alternativa sostenible en cualquier lugar, sea más o menos rico.
    – Hace referencia a la insostenibilidad de utilizar bambú de lugares lejanos, pero algunos constructores han llegado a justificar la sostenibilidad de traer a España bambú de Suramérica mediante estudios rigurosos de análisis de ciclo de vida. Véase: http://bambusa.es/bambu-caracteristicas/analisis-ciclo-vida-bambu/

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