Buenas tardes.
Antes de nada agradeceros la respuesta que os hice en el anterior mail. Estoy con el proyecto de mi casa y ya que no tengo ningún tipo de experiencia ni conocimientos al respecto me surgen muchas dudas sobre este apasionante pero complicado camino que se nos presenta.
La duda que tengo ahora es sobre la instalación de agua caliente y calefacción.
Al principio nos recomendaron placas solares con radiadores eléctricos pero la verdad yo no soy muy partidaria utilizar los radiadores eléctricos. También nos hablaron de la geotermia, pero ya que la casa solo va a tener 120m2 no nos recomendaron este tipo de sistema.
Ahora me surgen dudas respecto a la aerotermia, ya que la verdad no tengo ni idea de que se trata, que mecanismos utiliza, que requisitos tiene ni cual sería la inversión estimada para esto.
Por lo que agradecería que me pudieran aconsejar al respecto. Que tipos de sistema hay para la calefacción y para el agua caliente, cual sería el más adecuado, más económico, más rentable y en concreto la aerotermia.
Espero no causar muchas molestias con mi consulta y que me la puedan resolver lo antes posible, ya que estamos con los últimos preparativos para presentar la documentación y así obtener la licencia.
Un saludo y muchísimas gracias.
Hola de nuevo,
tal y como comentamos en la entrada anterior, la pregunta que nos enviaste es tan extensa y variada que hemos decidido contestarla con varios fascículos, ya que no sabíamos cómo organizar la información de forma breve y directa, sin liarnos o liarte con demasiada información inconexa. Así pues, ¡vamos con la segunda entrega!
Hoy hablaremos de los diferentes tipos de instalaciones de calefacción que existen y cómo podemos clasificarlos de forma entendible, así como cuáles son sus principales ventajas y desventajas. Lo primero que se debe hacer para realizar una buena clasificación es separar entre la fuente de energía utilizada (el combustible que gastamos, para entendernos) y el sistema o aparato emisor de calor utilizado (es decir, de donde sale el calor que recibimos).
Así pues, las fuentes de energía más utilizadas pueden ser: Biomasa o leña, gas (natural, ciudad, propano, butano…etc), electricidad, gasoil, geotermia, aerotermia (de la que ya hemos hablado), solar. Si hablamos de cuál es la mejor fuente de energía que podemos utilizar deberemos tener en cuenta, siempre bajo nuestro punto de vista, dos factores principales: ¿Cuánto nos cuesta a nosotros y cuanto al planeta? Aquí cada cual es responsable y consciente sobre que pregunta pone en primer lugar ya que, como veremos, existen alternativas de todo tipo.
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En primer lugar hablaremos de la biomasa y de la leña; quizás sea porque somos unos románticos, pero consideramos que este tipo de combustible es una de las mejores opciones de las que disponemos a la hora de calentar nuestra casa. Y es que como seres humanos, llevamos toda nuestra historia utilizando la madera como medio para aclimatarnos, y este combustible, no solo ha logrado sobrevivir a la fuerte competencia comercial a la que se le ha sometido durante las últimas décadas (con el impulso del gasoil o más tarde de los diferentes tipos de gas), sino que ha sabido reinventarse a través de la biomasa (los famosos «pellets») conservando algunas de sus propiedades más bellas (como por ejemplo la compañía y el hipnotismo que produce el aspecto de sus llamas) e igualando (o incluso en algunos casos superando) las capacidades caloríficas de sus competidores. Así pues, ya sea a través de la reinvención de las antiguas calderas de leña, convertidas a las actuales de biomasa, o a través de distintos aparatos de alto rendimiento, recuperadores de calor, alimentados con troncos, que han mejorado y mucho los antiguos fuegos a tierra, debemos considerar la acción de quemar madera no solo como una alternativa, sino como una opción seria y principal para el sistema de calefacción de nuestra casa. Además, a todo esto se le puede añadir que, por el momento, resulta un combustible de lo más económico y, en el caso de los «pellets» bastante limpio.
Es precisamente en este punto donde se encuentra una de sus principales desventajas, pues aunque menos que la leña tradicional, la biomasa produce ceniza que habrá que limpiar de forma periódica y la leña, además, produce suciedad en su almacenamiento. A todo esto habrá que considerar que necesitaremos de un espacio importante para su acopio. El esfuerzo de trasladarlo hasta el punto de combustión es algo que ha solucionado de forma parcial la biomasa, con sistemas de reparto a domicilio y grandes depósitos. A todo esto, hay que añadir que estos aparatos necesitan ser de una calidad media o alta (esta recomendación debería servir para todas las cosas que compramos en la vida, pero ya sabemos cómo está el mundo), pues en este caso el comprar un aparato de mala o baja calidad nos puede generar humo al interior de la vivienda, llegándonos a producir desde molestias en forma de olores hasta graves intoxicaciones; con esto, es fácil entender que la inversión inicial en estos equipos va a ser más importante.
El gas, en todas sus extensiones, es una de las fuentes de energía que más ha crecido en los últimos años en nuestro país. Desde que se empezó a promocionar las instalaciones de gas propano, alimentadas a través de ciclópeos tanques, a finales del siglo XX hasta hace poco, cuando las grandes empresas se dedicaron a poblar nuestras localidades con tuberías subterráneas mientras regalaban las instalaciones a sus futuros clientes (o en el peor de los casos les ofrecían grandes descuentos), el gas se ha convertido en un compañero discreto y habitual, presente en la mayoría de las terrazas, balcones y patios de nuestras viviendas. Este combustible es una energía limpia, eficaz y que, según la teoría, no contamina (aunque en su origen, su extracción le cuesta a nuestro planeta consecuencias brutales e irreversibles). En el caso del gas natural o el gas ciudad, una de sus principales ventajas es que no debemos preocuparnos por su almacenamiento, ni distribución, aunque en pequeñas localidades no suele llegar. El propano, en cambio, tiene un poder calorífico bastante superior, aunque deberemos instalar un tanque que la compañía se ocupará de rellenar periódicamente o, en su defecto, usarlo con botellas similares a las típicas bombonas de butano, cosa que lo hace menos seguro y algo más molesto que el gas natural.
Entre sus principales desventajas, aparte del coste de su extracción para nuestro planeta que ya hemos comentado anteriormente, hay que destacar el elevado precio que tiene en la actualidad, fruto de una subida de precios considerable en los últimos años, que ha encarecido mucho una energía que se presentaba, en principio, como económica para sus usuarios. Existen una amplia gama de productos generadores de calor que funcionan a través del gas (natural, ciudad, propano…etc.) de distintas calidades y que utilizan sistemas más o menos eficientes así que, el consumo y el rendimiento dependerán en gran medida de éstos parámetros y, por norma general, una buena caldera nos va a costar también una inversión económica importante.
La electricidad, por su parte, no suele ser una energía muy recomendable para ser usado en calefacción, pues la gran mayoría de los sistemas de que dependen de ésta suelen tener un consumo muy elevado en relación con su rendimiento, a no ser que vinieran apoyados por placas captadoras solares eléctricas (cosa que de momento no está muy bien regulado legalmente) y al precio que está hoy en día la electricidad, la factura se verá incrementada de una forma exponencial. Para la generación de ACS, en cambio, la electricidad y la energía solar son sistemas bastante recomendables, pues la primera no consume en exceso y se puede apoyar fácilmente y legalmente con placas productoras de agua caliente; de hecho, en algunos tipos de edificios, según el nuevo CTE, es obligatoria la instalación de placas solares productoras de ACS. Para ser más específicos, las instalaciones solares (tanto la eléctrica como la de producción de agua caliente) son muy adaptables a cualquier otro tipo de instalación, produciendo un ahorro considerable en tanto para nosotros como para nuestro planeta. En el caso de las instalaciones eléctricas, una de sus ventajas es que se trata de aparato de instalación sencilla, barata y limpia; en el caso de la energía solar, en cambio, suelen ser aparatos más complicados de instalar, que necesitan de un espacio considerable (aunque generalmente se ubiquen en cubierta) y cuya inversión es bastante importante.
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La energía geotérmica, por otra parte, es aquella que se aprovecha de la temperatura del interior de la tierra. Esta se encuentra a temperaturas constantes independientemente del punto de altitud en que estemos o de las condiciones climatológicas de la zona, y nos puede proveer de calor en invierno y de frío en verano (a través del calor y el frío almacenados en el subsuelo) y de ACS durante todo el año. Todo esto se hace mediante una bomba de calor geotérmica, que no es más que un dispositivo eléctrico conectado a un intercambiador enterrado en el suelo, con unas tuberías plásticas de alta resistencia y gran duración por las que circula un liquido que se encargará de producir el intercambio de temperatura. Una de las principales ventajas ecológicas que presenta este sistema es que en su proceso no se genera ninguna combustión y, por tanto, no emitimos ningún humo a la atmósfera.
Su principal desventaja se encuentra en la inversión inicial, ya que requiere de importantes superficies horizontales o de enterrar las tuberías a grandes profundidades, llegando a ser el sistema más costoso de todos; aún así, este sistema (si está bien calculado) resulta suficiente para abastecer todas las necesidades de climatización de un edificio y, por lo tanto, se llegará a amortizar. Otro inconveniente a destacar es que necesitarán de un espacio para la zona de maquinas, cosa que con otros combustibles que hemos descrito anteriormente esto no sería necesario.
En la próxima entrega, hablaremos del tipo de emisores que existen actualmente para la climatización de los edificios.